kreanto

Narrativa

erótica de lo cotidiano

MARYHIEDRA

El despertar

Despierta y una suave presión cálida en su espalda le recuerda que ella duerme a su lado. El ritmo de su respiración tiene la cadencia de la brisa entre las hojas de un baobab. Dormida, la amazona es un paisaje templado en la batalla nocturna. Su cuerpo ya no es el de una pantera a la caza, es un territorio conocido que, en su quietud, adora recorrer. Transitar por esos relieves volcánicos al amanecer es un placer al que no renuncia. Se mueve con sigilo de gato para no despertarla y con su mirada recorre el camino que va a seguir su lengua. La cumbre de sus pezones es ahora una suave colina redondeada y apacible sin ese perfil de roca dura que anuncia la contienda. Los rodea, los evita. Con sus dedos marca el flujo de esa corriente subterránea que quiere provocar. Baja de la garganta al ombligo apenas rozando su piel pero donde Venus nombró su monte es la lengua quien inicia el viaje hacia su destino. No tiene prisa. La sed que siente sabe que el manantial está cerca. Un tenue temblor subcutáneo le alerta. Huele a selva tropical. La lengua no puede hacer el viaje sola y sus dedos acuden para ir abriendo camino, separando los pliegues que cierran y protegen la cueva de Kleitoris, el misterioso. Uhmmm, ¡Cuánto más bebe más sed tiene! Fluye por su lengua la dulce corriente que su deseo provoca. Quiere más. Sus labios, como ventosas, se adhieren al relieve sensual de su fuente y con rítmicas presiones bombea y bebe y activa el geiser que inunda su garganta. Ahora ya despierta, tiembla, goza… se retuerce. Él es el que gobierna. Sabe que solo tiene unos minutos para acabar su desayuno antes de ser devorado. Se complace en la lentitud de apurar hasta la última gota derramada y se rinde cuando ve que las montañas rocosas y picudas avanzan hacia su cara con actitud guerrera.

Fuera, el sol se filtra por la ventana.

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