
kreanto
Narrativa
erótica de lo cotidiano

MARYHIEDRA
La barbería
Oferta especial de San Valentín en la barbería.
El marketing de las ofertas nunca me ha seducido pero ver el cartel colgando en mi barbería favorita… me decidió. “Especial San Valentín, afeitado y masagge”. Esa doble g de masagge hizo un contacto sorpresivo en mi cerebro y pasé a pedir cita aunque no necesitaba el afeitado. Mi barbero es uno de estos hipsters de moda: calvo, con barba, tatuado y con piercings repartidos por su cuerpo, lengua incluida.
Estaba de suerte. Era el único cliente a esa hora y nada más pasar yo colgó el cartel de “closed” en la puerta. Iba a ser un servicio privado y exclusivo.
El olor a espuma de afeitar y after shave que desprenden las manos de mi barbero ya me predisponen al placer de un buen rato de relax. Me siento y él casi me deja horizontal en esa silla abatible mega cómoda. Cierro los ojos y respiro profundamente. Dejo salir toda la ansiedad, las prisas, los asuntos pendientes, en un largo suspiro y me confío ciegamente en sus manos. Lo primero que noto son esos algodoncitos refrescantes con olor a menta que me cubren los párpados. Mis músculos se destensan, mi cuerpo se relaja y mi piel se eriza cuando esos dedos hábiles empiezan a masajearme la cabeza, la frente, el cuello, la cara, con movimientos circulares y envolventes. Un jazz melódico nos aísla del ruido del tráfico al otro lado de la barbería. Es tan excitante el masaje que temo que mi sexo empieza a abultarse en la bragueta, pero no me avergüenzo, estamos entre hombres. Él sigue a su ritmo y noto su respiración cerca de mi oreja. Está bajando las manos por mi pecho y me desabrocha la camisa. No me alarmo. Estoy tan relajado que sólo quiero sentir sin ver, sin pensar, sin actuar. Diez dedos se mueven como culebrillas rodeando mis pezones, deslizándose arriba y debajo de mi ombligo, desabrochándome los pantalones que ya sufren la presión de mi polla hinchada. La liberan, la masajean, acarician, aprietan… Estoy desnudo y expuesto a mi barbero, ¿qué me va a afeitar? Noto un calor derramarse por mi pecho y bajar hasta las ingles. Sus manos siguen trabajando sobre mí. Un dulce sopor me invade pero alcanzo a percibir un suave taconeo que se aproxima. Huele a canela y especias exóticas. Mis párpados siguen bajo la presión de la menta refrescante así que sólo mis oídos y mi olfato me alertan de su presencia. Ahora hay cuatro manos sobre mí, 20 dedos deslizándose y una boca templada que se apodera de mi polla y la recorre succionando y chupando desde la punta hasta los huevos, recorriéndola con una presión constante, arriba y abajo, restregando la lengua y rodeando el glande como un niño saboreando un helado, con morboso deleite en el que noto la erótica presencia de un piercing en la lengua. El frio metal contrasta con el calor de la caricia y la humedad de esa boca. Es una sensación tan extrema tener todo mi cuerpo en éxtasis que me hundo, como narcotizado, en una somnolencia profunda justo en el instante en que me vierto entre esos labios anónimos.
No recuerdo cómo llegué a mi casa pero ahora que me miro en el espejo del baño veo mi pecho depilado y un piercing en la punta de mi rabo que enloquece a mi señora que, arrodillada y entregada a la causa, explora golosa mi nueva argolla.
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